Ser emprendedor nace de la incomodidad ante una o más problemáticas que hacen ruido ya sea con los valores, principios o experiencias que uno trae en su bagaje.
Esta incomodidad se traduce en la capacidad de desafiar el status quo en pos de un sueño por un mundo mejor, en donde la intención se transforma en acción, perseverancia y esfuerzo, convirtiéndonos en agentes de cambio y protagonistas de nuestros sueños, motivados por dejar las cosas mejor de cómo las encontramos, comenta nuestro asociado Andrés Urioste.
El co-fundador, COO y Gerente General de Alpha.bo, nos comenta que, desarrollar una idea de negocio sin duda no es fácil, requiere de una curiosidad genuina e inagotable, que te lleve a cuestionar todas las dimensiones y a los agentes que conforman el ecosistema que rodea dicha idea.
El estado de cualquier idea es dinámico y cambiante, no se trata de "armar el mejor plan" antes de salir a la ejecución, sino más bien de un proceso continuo de iteraciones que buscan salir a poner a prueba lo más rápido posible las hipótesis que sustentan la problemática que envuelve a la idea, retroalimentarse de los resultados y ajustar tuercas donde aplique, una y otra vez.
No es un proceso sencillo porque se necesita ser lo suficientemente desprendido de ese "producto o solución idealizado" que uno tiene en mente, cuando en realidad se trata de no perder el foco en el problema a resolver de la mejor manera posible . Es fácil caer en la tendencia a enamorarte de tu producto / solución conforme va tomando forma por más desconectado que pueda llegar a estar de una posible mejor solución en frente de tus narices.
Otro gran "monstruo" que hay que enfrentar al desarrollar una idea de negocio es que, conforme la idea se va consolidando, no hay que perder la paciencia ni esa incomodidad que nos llevó a ser emprendedores, el momento que dejamos que la chispa se vaya apagando, los días del emprendimiento pueden empezar a contarse en cuenta regresiva.
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